¿FALTA O NO TALENTO? LA CLAVE PUEDE ESTAR EN LA FORMACIÓN
Formarse o hacerse invisible. Y sí parece que está presente en artículos, noticias, debates la preocupación por la ausencia de talento para responder a las necesidades de las empresas y al mismo tiempo, la fuga de talento de las empresas por falta de expectativas. Algo falla, ¿los trabajadores en activo ya no son útiles? ¿toda la población desempleada carece de competencias laborales? ¿Ninguna empresa es capaz de retener talento? Aquí parece haber un desajuste importante o pérdida de perspectiva. Pero no se queda ahí la cosa, a esto tenemos que sumarle que el incremento de la longevidad lleva aparejada la ampliación de la vida laboral, hasta cerca de los 70 años, por el momento. Y es por ello, que aquellos que ya hayan cumplido hoy por hoy los 20 años, deben tener presente que su vida laboral, por el momento, será la más extensa de la historia. Sin querer asustar a nadie. Y yo os planteo ¿os gustaría tener el mismo menú durante toda vuestra vida? ¿hacer siempre el mismo viaje? ¿hacer la misma rutina diaria todos los días? Entiendo que no. Y no, no es que esté desvariando, es que si nuestra vida laboral se va a alargar tanto en el tiempo ¿por qué no seguimos el consejo de un ilustre como Albert Einstein y empezamos a hacer algo diferente para tener experiencias diferentes? Fui de la generación en la que se estaba intentando romper con el paradigma de la formación en la que el docente expone y el alumno escucha para pasar a un paradigma donde la formación se convertía en fin y parte, en la herramienta que acompañaría a la persona a lo largo de su vida para adaptarse a las diferentes situaciones. Y doy gracias a docentes que nos hicieron conscientes de “la formación a lo largo de la vida” y no solo como valor para nuestro futuro profesional sino como una filosofía de vida. Ni trabajadores, ni empresas quieren quedarse estancados ante nuevas demandas y cambios, nadie quiere perder empleabilidad, seguir haciendo siempre lo mismo o dejar de tener visibilidad en el mercado; ya sea por edad, por falta de conocimientos… Y es que la formación reglada, la formación superior o los posgrados complementarios a ésta, dejan de ser suficientes para capitalizar nuestra vida profesional. Todo cambia y por eso nosotros, como individuos, instituciones y sociedades, debemos apostar y concienciarnos de que el aprendizaje permanente ya no es una opción para mejorar, es una necesidad para seguir siendo competitivo y visible. Para no “tocar techo” y para no perder a esos trabajadores valiosos por falta de oferta de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Podemos decir que se convierte en vital el transformarse, modelarse, actualizar conocimientos y desaprender para volver a aprender. Y para ello hay que ASUMIR (en mayúsculas, sí) que tenemos que invertir en formación. Y hoy por hoy, con los medios y posibilidades que hay a disposición de trabajadores, desempleados y empresas, si no se hace es por excusas que juegan un único papel en este tablero, el de limitador de progreso y mejora. Además, culturalmente y por los años de bonanza que han hecho que nos conformemos, hicieron mella, para que este aspecto pasase desapercibido y hoy en día no esté incluido en la dinámica empresarial, o no tanto como se necesitaría. Y consecuencia de ello, la ruptura o disyuntiva entre la oferta y la demanda, la inadecuación de los programas formativos reglados y la demanda de habilidades y conocimientos del mercado, entre las necesidades de cambio de las empresas y la falta de oferta de crecimiento y desarrollo competencial de su talento interno. Por ello, este artículo se convierte en una breve reivindicación del valor de la formación profesional a lo largo de la vida como herramienta de aproximación, de solución y de respuesta a una escalada de España y su sistema productivo, más allá de un mero puesto 36 de 63 en competitividad en el mundo. Una llamada a la apuesta por la formación a lo largo de la vida que nos permita adaptarnos y mejorar frente a las futuras situaciones con las que podamos encontrarnos. La reciente Ley de Formación Profesional refleja la necesidad de que sea permanente y adecuada para impulsar la productividad y no perder empleabilidad. Que sea la palanca de un mercado sostenible. Aunque ya existían, incluye o destaca la importancia de tres aspectos como son: Acreditación de competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral. Pasa a ser un procedimiento abierto permanentemente para reconocer y poner en valor los conocimientos y competencias profesionales adquiridas a lo largo de la trayectoria profesional. Sea cual sea la edad, la especialidad profesional o sector productivo. Es un procedimiento que da un valor añadido al colectivo Senior que, en ocasiones, por no tener una titulación, parecen invisibles a los reclutadores de personal. Este procedimiento se realiza desde las administraciones educativas de las Comunidades autónomas. No solo es útil para los trabajadores o profesionales en situación de desempleo, para obtener una acreditación oficial; sino que para empresas que se encuentran bajo en sello de alguna certificación que les requiera la titulación de sus trabajadores, podrán apoyar a sus trabajadores a obtenerla y la empresa en consecuencia obtendrá confianza y compromiso de sus trabajadores y en consecuencia imagen de marca, además de contar con el talento que durante años ha trabajado para ellos. Si eres de la Comunidad de Madrid te facilitamos el enlace desde el que poder informarte y gestionar el procedimiento. Orientación profesional. Un servicio reforzado que resulta de una de las fases del procedimiento mencionado en el punto anterior. Pero que, además, este servicio se ha reforzado con la ampliación de plantilla en el Servicio de empleo público. Y de igual forma, todos los docentes que nos encontramos en formación profesional por el empleo, de una u otra forma, hacemos lo posible por orientar a nuestros alumnos hacia las mejores opciones de formación, refuerzo en competencias necesarias, habilidades y técnicas en la búsqueda de empleo y